Nací el 15 de mayo de 1989 en la ciudad de Bucaramanga, mis padres son José Florentino Solano y Rosalba Guevara. Estudié mi primara en la Escuela 16 de Marzo en el barrio San Rafael, mis estudios de secundaria los terminé en el Colegio Aurelio Martínez Mutis en el año 2004. Después, ingresé a la UDES, cursé estudios de mercadeo y publicidad; finalmente, me di cuenta que dicha profesión no era para mí y decidí ingresar a la UIS a estudiar licenciatura en español y literatura.
Principalmente, recuerdo a mi mamá leyéndome cuentos infantiles, Caperucita roja, La cenicienta, Blancanieves, entre muchos otros. Mi papá y mi mamá son lectores apasionados, pero la influencia maternal fue la que marcó y marca mi vida. También, las historias de mi abuelo, su madre fue indígena de la Sierra Nevada de Cartagena, por eso el encanto de sus narraciones, llenas de magia, misticismo, de espantos, hombres crueles castigados por los espíritus, las cuales llegaron a aterrarme durante mi infancia.
Me crié con dos primas que fueron mis hermanas y mis amigas de aventuras infantiles, de piruetas y travesuras; una de ellas se llama Lady Tatiana Román Solano y Yuli Paola Aranda Solano, a partir de esa entrañable relación, de la ausencia de mi padre por un largo tiempo, mis juegos infantiles eran las muñecas, vestirlas era para mi todo un deleite casi un ritual, mi mamá era costurera y tejedora, de ella saqué todas las telas para poder crearles atuendos.
Me parece necesario introducir esto porque es importante entender que me estaba formando dentro de un patrón que me traería problemas dentro de la escuela y el bachillerato, mi visión, mi relación, mi lectura del mundo sería totalmente diferente a la de un niño “normal”, mientras estuve en mi casa, en ese inmenso patio junto a mis dos compañeras todo fue agradable y divertido.
El grado cero pasó sin ningún hecho trascendente, recuerdo que se me hacía difícil ciertas planas, la del nombre no, porque mi mamá ya me lo había enseñado a escribir, conocía varías letras, debido a que Rosalba no sólo me ponía a reescribir Éder Johán Solano Guevara, sino también el de ella, el de mis primas, de mis abuelos, etc.
A partir de tercero primaria, el ambiente social se me hacía pesado, las constantes burlas por mi manera de hablar, de forma delicada, parecía voz de niña, cosa que no me disgustaba, ya que deseaba ser como mi mamá, por eso pasé de vestir muñecas a travestirme con las ropas de mi mamá.
El primer paso que di fue alejarme del mundo, dejé de jugar con otros niños en la calle por miedo a las constantes agresiones físicas y psicológicas a las que me vi sometido, no sólo de niños, también de adultos.
De esa manera, decidí encerrarme, exiliarme de aquella infancia y vivirla a mi manera en las cuatro paredes en las cuales habitábamos mi papá, mi mamá y yo. En esa pequeña habitación recuerdo el primer libro, el cual no entendí, pero le pedí el favor a mi mamá que lo leyera todas las noches conmigo, en ese tiempo ella ya se encontraba trabajando en una fábrica de tejidos, ese libro fue El fantasma de Canterville de Óscar Wilde, me producía fascinación, miedo, mi mamá, además, me contó del autor lo difícil que fue su vida, la marginación a la que fue sometido por su condición de homosexual, entendí muchas cosas de mi personalidad, de mi carácter y mi forma de ser.
Después, vinieron más cuentos de Wilde, junto a unos de los autores más admirados por mi madre, Charles Dickens, mi papá traía muchos libros de las pulgas, trabajó allá durante mucho tiempo. Un día trajo la obra cumbre de Wilde, El retrato de Dorian Gray; para mi, significó un suceso magnánime, era sentir que había otros que le rendían culto a la feminización, que habían otros hombres, que quizá, no les interesaba el fútbol o el trompo, era como yo lo percibía en esos tiempos. Dorian, era un ser delicado, amanerado, como lo llamó mi papá, es decir, que se parecía a Éder Solano.
Otro hecho trascendental dentro de mi vida, fue la conversión de mis padres al cristianismo, la lectura bíblica fue algo obligatorio en mi casa, mi papá se volvió un fanático religioso, aunque, siguió visitando las pulgas, todos los fines de semana después de la llamada escuela dominical, las lecturas se hicieron más restringidas, pero no fueron cortadas.
Luego en mi época escolar, vinieron los poetas malditos, las lecturas favoritas de mi mami eran las biografías, aún lo son, por eso me alimenté de vidas que excitaban mi imaginación.
Recuerdo con horror la lectura de la destrucción de Sodoma y Gomorra, fue algo traumático, también, que con la ayuda de mi mamá pude leer obras que a mi papá no le parecían que dentro de un hogar cristiano se permitieran. Fui muy feliz un cumpleaños, cuando él, me regaló Madame Bovary, Ana Karenina y La Regenta, las releí muchas veces, causaban en mi una fascinación total, especialmente, Madame Bovary.
En la universidad, conocí de filosofía y psicología, que fue lo que realmente quise estudiar, pero no me dejaron, en la UDES me dediqué a la obra de Freud, principalmente. En la UIS conocí a la lingüística, que me parece fascinante, a Foucault, autores colombianos jamás leídos, la hermenéutica, que es a lo que deseo dedicarme dentro de una formación avanzada.











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